Siempre me he preocupado por el bienestar de los demás. Ha sido así desde que tengo memoria. Tengo un nivel particularmente alto de empatía, casi como si tuviera un sexto sentido que me permite anticipar cómo se sienten las personas.  

Soy una persona accesible, curiosa y entusiasta. Disfruto pasar tiempo con mi familia y amigos, hacer senderismo y caminar en el bosque con mi perro. Amo las cosas buenas de la vida y disfruto cada momento. Quizás esto se deba a que tuve una infancia feliz, rodeada por mis padres (soy hija única) y de un círculo de amigos cercanos.  

Me preocupan profundamente los problemas sociales y el medio ambiente. Hago mi mejor esfuerzo cada día por contribuir a un mejor futuro. Estoy convencida que, si todos ponemos de nuestra parte, realmente podemos marcar la diferencia.  

Sin embargo, es en el trabajo, más que en mi vida personal, donde me comprometo a contribuir a un cambio real.  Esto se refleja en varias acciones concretas.  

Primero, estoy muy involucrada en una reorganización significativa cuyo objetivo es evolucionar la cultura de la empresa. Uno de los temas principales es el cambio estructural diseñado para revolucionar las cosas. La idea es pasar de una organización jerárquica tradicional, a veces incluso patriarcal, a una estructura de gestión horizontal que empodere a todos. 

Creo firmemente que cada persona tiene algo valioso que aportar a la empresa y que no necesitamos a alguien por encima diciéndonos exactamente qué hacer y cómo hacerlo. Este tipo de enfoque no es saludable, ni si quiera para quienes están en posiciones de liderazgo. He experimentado lo perjudicial que puede ser. Por otro lado, también tuve la oportunidad de vivir lo contrario: contar con el apoyo de un mentor que, hoy en día, es uno de mis amigos más cercanos. Gracias a él, me di cuenta de que otra cultura era posible, una que sea justa y equitativa, donde todos tengan un espacio para expresarse y donde nos preocupemos por el bienestar de todos.   

Basándome en esta experiencia, quise implementar algo similar con mi equipo. Es un proceso largo que requiere mucha paciencia. Estamos dando pequeños pasos para transformar las cosas. Por ejemplo, organicé talleres para compartir mi experiencia y valores aplicándolos en temas concretos dentro de la empresa. Estos talleres ofrecen una plataforma donde todos puedan expresarse en un ambiente de confianza y seguridad. Quería que los temas del taller fueran disruptivos, alejados de las preguntas habituales sobre eficiencia y rentabilidad. En esta atmósfera de confianza, discutimos temas tales como la frustración, los valores y el sentido de pertenencia. S Sentí una verdadera cohesión en el equipo, que aún persiste. La comunicación y la confianza mutua han mejorado significativamente. Mi deseo es que los miembros del equipo se sientan parte de este cambio, y siempre los he animado a expresar sus opiniones. 

Debido a mi deseo por revolucionar y mejorar las cosas, mi cargo actual está cambiando para reflejar las acciones sostenibles que he implementado. La empresa creó una nueva función, Gerente de Procesos Estratégicos, que obtuve gracias a mi experiencia, mi impulso por el cambio y una serie de conversaciones con los equipos directivos. Compartí con ellos disfuncionalidades, malas prácticas de algunos gerentes y la falta de cultura corporativa sólida. Su repuesta fue muy comprensiva y de apoyo.  

Con este entusiasmo, organizo reuniones mensuales colectivas que reúnen a la alta dirección y al personal de la fábrica. La idea es sacar a las personas de sus rutinas y zonas de confort, invitándolos a ver las cosas desde una perspectiva diferente. Creo que mi nuevo título dará un impulso a estas iniciativas, y oficialmente participaré en la creación de una nueva cultura corporativa basada en el bienestar, el respeto mutuo, donde todos serán motivados a expresas sus opiniones, y donde las necesidades locales y globales estarán alineadas. Es emocionante porque estoy forjando mi propio camino para generar impacto. No es un camino fácil, pero poco a poco, con perseverancia, lo lograremos.  

En este contexto, propuse la implementación de un “Programa de Participación e Innovación”. Este programa ofrece grupos de trabajo enfocados en temas como participación social, cohesión de equipos, comunicación e innovación. La idea es que estos grupos se reúnan una vez al mes y junten a directivos con empleados, permitiéndoles descubrir las perspectivas de cada uno y desarrollar sus cualidades humanas. Además, los grupos participan también en asociaciones caritativas.  

Tengo una larga trayectoria como agente de cambio, pero mi recuerdo más preciado fue hace dos años durante un evento organizado con Ashoka como parte de nuestra colaboración “Comprometidos y Diferentes”. Descubrí temas e ideas que me enseñaron y permitieron usar herramientas de cambio. 

Por ejemplo, hace dos años, durante una reunión llevada a cabo en el Reino Unido, se nos pidió compartir nuestra experiencia. Preparamos una presentación del programa y la transmitimos a todos los empleados del Reino Unido en mi empresa. La retroalimentación que recibimos fue extremadamente positiva. ¡Es tal la alegría, la felicidad y la emoción de ver esas reacciones entusiasmadas! Sinceramente, nunca había sentido algo tan poderoso en mi vida profesional. 

Pude visualizar el impacto que había tenido, una especie de poder, pero en el mejor sentido de la palabra. La gente me decía: “Eres tan apasionada, es increíble. ¡También quiero convertirme en un agente de cambio!”. Fue simplemente mágico y me motivó enormemente. 

Repetimos este evento el año siguiente y, una vez más, tuvimos mucho éxito. Ahora, todos los empleados del Reino Unido me conocen como una agente de cambio; respetan mi compromiso y mi pasión. Para mí, es un éxito rotundo, algo que me hace pensar: “¿Sabes qué? Tenías razón”.