Todo mundo debería conocer el ikigai. Es una filosofía japonesa que sugiere descubrir nuestra razón de ser a través de la introspección y de una reflexión profunda y sincera sobre uno mismo y sobre los que nos rodean. Para mí, lo que le da sentido a la vida es el trabajo y ser un agente de cambio dentro de mi empresa. He trabajado en la misma compañía durante veinticuatro años, por lo que el trabajo es un pilar importante para mí, al igual que el pueblo donde vivo, un pequeño pueblo costero en Inglaterra. Mi familia ha vivido aquí por generaciones; mi abuelo era vigilante de un faro, y siempre hemos estado conectados al mar. 

Hace algunos años, practicando ikigai, me di cuenta de que me apasionaban las relaciones humanas. A diferencia de mis primeros años de carrera, cuando era algo egoísta, desarrollé una empatía genuina por los demás y descubrí el placer de orientar y apoyar a mis colegas. Me interesaba, de manera natural, involucrarme en las relaciones interpersonales dentro de mi entorno laboral. Disfruto guiando a los empleados en su camino al éxito y ayudándolos a lograr sus metas. Por ello, me considero mentora no sólo de mis colegas, sino también de mis amigos en mi vida personal. Soy alguien a quien la gente acude en busca de consejos o simplemente para ser escuchadas con empatía.  

Un ejemplo de ello es una joven que acababa de ser contratada y a quien orienté. Le ofrecí reuniones semanales cada viernes, donde escuchaba sus ideas, preocupaciones y problemas. Me daba retroalimentación muy positiva, diciendo que apreciaba mi escucha atenta, mi apoyo y el saber que estaba ahí para ella. Era una mentoría amigable. El vínculo que formamos tan significativo para ella como para mí. Me ayudó a desarrollar mi comprensión por los demás y mi capacidad para adaptarme a diferentes necesidades. También mejoré mis habilidades para escuchar, lo cual no fue fácil para alguien como yo, que tiende a hablar mucho.  

Otra historia de éxito es la de un colega en ventas a quien invité a participar en un proyecto llamado “Anaphylaxis Week”, una iniciativa de la asociación Anaphylaxis UK para crear conciencia sobre las alergias en general, no solo en la industria alimentaria. Le propuse aliarse conmigo para desarrollar un plan de acción para este proyecto. Fue un éxito real; muchas personas se involucraron, compartieron información en redes sociales y participaron en actividades como cuestionarios. Captó la atención de muchos, y mi colega presentó nuestras acciones internamente, recibiendo comentarios muy positivos, especialmente de la alta dirección. ¡Estaba en las nubes! Estoy feliz porque veo el impacto que tuvo en su motivación, y sé que lo alentará a participar en otras iniciativas. A veces, la motivación depende de estas pequeñas cosas. 

Creo que estas experiencias de enseñanza corresponden a lo que llamamos “nuevo liderazgo”, que es uno de los cuatro pilares para ser agente de cambio, junto con la empatía, la colaboración y la iniciativa. Creo en establecer metas realistas, comenzando con pequeños pasos y trabajando gradualmente hacia el objetivo principal. Por ejemplo, es más sencillo convencer a diez personas de tu departamento que intentar captar de inmediato a las 300 personas de toda la sucursal. Las cosas necesitan desglosarse y construirse ladrillo a ladrillo, teniendo claro cómo será la construcción final.  

En 2019, hice un MBA que marcó un verdadero punto de inflexión en mi carrera y mi compromiso a contribuir a un futuro mejor. Mi tesis del MBA se enfocó en las mujeres y los negocios, específicamente en cómo motivar a las mujeres a unirse a la industria alimentaria y avanzar en ella, identificando las barreras del sector y cómo superarlas. El objetivo era hacer estas carreras más atractivas para las mujeres y reducir las disparidades de género que persisten en la industria. Realizamos numerosas recomendaciones. Ha sido un largo camino, que involucró a todos, tanto al nivel interno incluyendo accionistas, como externo, a través de asociaciones. 

En el mismo espíritu, lideré un proyecto para comunicar mejor nuestras profesiones a los jóvenes y hacer más atractivo a nuestro sector. Me apasiona mi trabajo, y darme cuenta de que el reclutamiento es un desafío para nuestra compañía mientras los jóvenes luchan por encontrar un empleo decente, me llamó particularmente la atención. A gran escala, la higiene alimentaria es un tema crucial para el futuro del planeta y la humanidad. Me pregunté cómo, desde mi nivel, podría contribuir a revitalizar la imagen de este sector para que los jóvenes consideren postularse con nosotros o en la industria alimentaria. 

Basado en esta triple observación (juventud, desempleo y la importancia de la seguridad alimentaria), contacté a asociaciones como MEAT Business Women y la National Skills Academy for Food & Drink, así como a universidades, para captar a jóvenes y a mujeres. Formé parte de un grupo pionero que desarrolló un plan de estudios universitario para la formación en estas profesiones a través de programas de aprendizaje. Sin embargo, pocos jóvenes aplicaron, por lo que hoy nos estamos enfocando en la mercadotecnia y la narrativa a través de webinars y conferencias universitarias, destacando la utilidad social y ambiental de estas profesiones.  Estamos comenzando a ver buenos resultados. Sentimos que estamos contribuyendo a la sociedad de varias maneras: reduciendo el desempleo y trabajando a favor de la higiene alimentaria para limitar los desastres sanitarios.  

Estas acciones no formaban parte de mi trabajo, pero me tomé la libertad de implementarlas porque hay una conexión evidente con mi función principal, primero como gerente de capacitación y ahora como directora de marketing. Cuando estás convencido de que hay un problema real por resolver, un reto que superar, se vuelve más fácil actuar e “impulsar” el proyecto hacia adelante. Soy bastante independiente, tanto en mi vida profesional como en mi personalidad. Me aseguré de involucrar a personas clave y a aquellos que podrían haberse opuesto al proyecto desde el principio. Si construyes el proyecto desde su base, ayuda a justificar su propósito y el plan de acción. Incluir a las personas correctas desde el inicio es, en mi opinión, un factor clave de éxito.  

Mi trayectoria como agente de cambio ha evolucionado mucho a lo largo de los años. La primera vez que escuché el término “agente de cambio” fue en el 2019. Llené la encuesta propuesta por Ashoka para ver evaluar mi posición y pensé: “¿Sabes qué? Quizás ya seas un poco una agente de cambio”. 

En ese entonces, seguía muy enfocada en mí misma, en lo que podría ganar, cómo impactaría en mi vida y en mi trabajo. Pronto me di cuenta de que no se trataba solo de mí, sino principalmente de los demás: verlos crecer, evolucionar y realizarse. Pienso en un joven colega mío que pasó de ser alguien tímido y sin confianza a una persona capaz de representar a la empresa frente a una asamblea completa. No pasó de la noche a la mañana. Claro, ya tenía esas cualidades dentro de él, pero estimulando estas cualidades y ayudándole a desarrollarlas realmente me motivó. Estas personas no necesariamente hacen cosas extraordinarias, pero lo que hacen las hace felices, y eso es lo que importa. Para mí, ahí es donde encontré mi motivación, en la felicidad de los demás.  

El tiempo, o la falta de tiempo, es la principal retroalimentación que la mayoría de la gente da. Muchos están interesados y les gustaría convertirse en agentes de cambio, pero dicen que no tienen tiempo. Idealmente, deberíamos dejar de ver este rol como una tarea adicional. Debería integrarse de forma natural a nuestro trabajo, como una mentalidad de cambio que se arraiga a nosotros y vibra a través de todo lo que hacemos. 

Este es el mayor desafío: cambiar la mentalidad de las personas. Algunos dicen: "¿Qué sentido tiene participar en esto?" Eso puede ser desmotivador. Sin embargo, poco a poco, en los últimos tres años, hemos reunido a muchas personas para la causa. Para motivarlas, desgloso sus logros y les digo: “¿Viste? Ahí actuaste por el cambio, y aquí también, y allá igual.”  

Resulta que las cosas pueden llevar tiempo, pero al final ocurren. Debes ser paciente, mirar todo lo que has hecho, incluso las cosas pequeñas, cada pasito cuenta y tiene sentido.  Por ejemplo, mi proyecto de aprendizaje: no tenemos un aprendiz aún, sin embargo, ya dimos tres webinars, conscientizamos a la alta gerencia sobre el tema, y establecimos colaboraciones con universidades y asociaciones. Ya podemos hacer una lista con estos pequeños logros. Es importante ver la trayectoria como un conjunto y no sólo como el objetivo final.